Quería hacer cosas. Infinidad.
Muchas cosas. Me impacientaba
y salía de clase como un tiro.
Tanto que mordía las pinturas
de madera y perdía los sacapuntas.
Me sobraban líneas, bocetos
y me faltaba el aire y el color.
Mucho color. Infinidad de colores.
Los Reyes Magos recibieron mi carta
certificada y dejaron sobre mis zapatillas
de felpa marrones una caja de plastidecor.
Con ganas. Con hambre. Pintaba
hasta que mis manos eran una paleta
del mundo que quería, y apuraba
hasta que el rosa o el verde no era más
que una leve uña a punta de cuchillo
sobre el papel. De la caja no quedaba
ni un superviviente. Ni siquiera el blanco.
Pablo Esteve. Donosti. 19/10/2011. Papiroflexia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario