aquí y ahora el mar me invita a que me sumerja
casi impacientado por un vaso derretido
o hecho añicos, la sangre brota, la arena
lo confirma, y en la orilla más cercana,
hay un tránsito a las rocas, a un espera,
que me lanzo, pero antes dejo mis zapatos
alineados, con los cordones sueltos, por si
alguien quisiera repasar mi vida o robarla
indiscriminamente deberá solucionarla
llevarla de la mano por otros caminos
hasta un cruce y ahí, es donde se separa
de mí para siempre. Aquí y ahora, nada es
triste, nada se hace en balde, todo se recicla
hasta cualquier vida de cada uno de nosotros.
Pablo Esteve
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