domingo, 8 de noviembre de 2009

Otoño en noviembre


Apuntes circunstanciales:


Pepe Botella, 03/11/09, media tarde
. Un cortado. 2 euros. El precio de la vida sube. La mesa, la de siempre, la que controla las ventanas y la puerta y todas las mesas. A mi derecha, una chica extranjera habla gritando a otra. La música es de jazz. Hay humo, demasiado. Está hasta los topes. Se oye un constante murmullo de conversaciones encontradas. Aquí empieza el poema. Preparados, listos, ya.

ORIGAMI 1

Desnudos, absolutamente desnudos.
Marca de la casa. Inventario de bebidas.
Ruth pidió un té con leche, Alfredo
la desnuda con su pierna izquierda.
Hay espejos, serenos, pensando de esquina
en esquina, cronometrando las existencias.
Se cierran contratos con sabor a café, pastas,
mundos contrariados, pasados que se cuentan
por errores, besos depositados a plazo fijo.
Ese movimiento incesante es el mismo bosque
de mi infancia, el de las hojas marrones crujiendo
en un atardecer imaginado de ávila, confidencias
a punto de, siempre, a punto de, diluirse en un empate.
Diluirme con mis ojos, metiendo las patas hasta el fondo
de una tarde que me recuerda a ti, antes copiando
las miradas, las sílabas de los adultos, la ceremonia
digna de ir al baño, después con canas pasado páginas
de mi agenda, de mi cuaderno de notas y olvidando
párrafos completos o sintiendo que es alfredo
o ruth los que hablan con pablo o con violeta.
Mucho antes de que me preguntes, presencio
tu destello nada sombra, nada ciprés, y sí, alargada,
despachando “mustio”, “angosto”, “insípido”
del diccionario común con desdén, capaz. Desnudos,
como ambos en esta mesa de tarde, otoño y la magia
sencilla de salir pagando los cafés y hace frío amarrarnos
al bote salvavidas, sobreviviendo a dentelladas, cálidas,
absolutamente desnudos, clásicamente puzzle completado.

Pablo Esteve

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