martes, 28 de julio de 2009

Historias de Sheffield

La Universidad Europea se llena de 273 adolescentes, un staff de no sé cuántos monitores italianos, 24 profesores y yo, el misterioso hombre de negro. ¿Qué les pasa a todos que, naturalmente se apoyan, se consultan, se compenetran, se polinizan? Habrá que cruzar el lago para conocer a esta extraña criatura de tantas cabezas. El uno de agosto empieza con un mes lleno de italianos como amapolas pasando del edificio C al A, y viceversa. Me gustan las risas en el autobús (grande, pequeño, furgoneta) a las 8 de la mañana, un sábado o un lunes. Ese fresco al descender al mundo de los del ABC, los veleros en Marbella o el BMW de papá, inquietante contraste con esos 24 profesores y yo adentrándonos en las aulas a las 9 en punto. Al cabo de unos minutos de clase, miro a través de los cristales de la puerta el comienzo de un combate feroz. Y yo fuera, con una sonrisa de verano y los pies mordidos por las carpas desde julio.

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