jueves, 29 de enero de 2009

Espejismos (2666)

Está lloviendo fuera. Es medianoche y las ranas vuelan o los ángeles recogen sus alas (los que no están de guardia). Roberto Bolaño entra y sale de mi habitación. Esta vez con 2666. Me envuelven sus casi 1000 páginas con casi 1000 vidas, con tiempo que se derrite o se escurre entre los dedos. Pienso en mi biblioteca ideal, en mi necesidad de contar con libros clave, libros comestibles a deshoras, gastados, páginas anotadas a lápiz, algunas arrugas, la portada con alguna pierna menos. Me pregunto: ¿quién consume a quién?, ¿quién lee a quién?. Como un niño, lo miro, lo rodeo, lo huelo, lo abro, lo cierro, leo las portadas y contraportadas, investigo anotaciones perdidas, páginas que faltan, tipografía cambiada, signos de vida. Leo la primera página y, si la rebaso, construiré mi propio texto con mi tiempo, con la lluvia que solo es un recuerdo de néumaticos húmedos, leve chasquido de mechero. 2666. La mordida, un almuerzo internacional y cooperativo.

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